Línea directa

Mi padre siempre temió ser sepultado en vida, tal es así que obedeciendo a sus propios dictados y en previsión de que ese miedo obsesivo que le atenazaba pudiera hacerse realidad, hizo instalar un teléfono en la cripta de la familia que le permitiera llamar a casa con sólo descolgarlo. Hubo noches en que despertaba alterado por sueños recurrentes, algunas veces lo había sorprendido llorando en mitad de la noche pero yo fingía no saber nada.
Esto ocurrió hasta el día de su muerte, papá fue llevado hasta su mausoleo, y se ofició una misa conmovedora por la paz de su alma, concluida la cual, regresamos afligidos a casa. Durante los días siguientes hubo mucha tensión en la família, mamá no cesaba de llorar, se alteraba con demasiada facilidad y solía mostrarse ausente, como alienada. Esto se fué agravando con el paso de los días hasta que una tarde preocupado por su estado y porque mis hermanos no le prestaban la debida atención, traté de comunicarme con ella, pero la línea estaba ocupada, lo cual me extrañó, pues mamá no solía hacer llamadas tan extensas. Al llegar a casa, percibí algo extraño en el ambiente, subí las escaleras y cuando llegué arriba, se confirmaron mis temores: mi madre estaba sentada en el sillón totalmente rígida y el teléfono aun sujeto en su mano, no daba señales de vida, y así lo comprobé cuando le tomé el pulso: había ido a reunirse con mi padre.

Pero lo más extraño llegó al revisar la ultima llamada recibida: el número que aparecía en la pantalla pertenecía al teléfono de mi padre...
Al llegar a la cripta familiar, descubrimos que la puerta había sido forzada y cuando accedimos al interior, vimos que su cadáver presentaba el mismo deterioro que un cuerpo a las dos semanas de su muerte, los saqueadores se habían llevado todo cuanto allí había de valor y en cuanto al teléfono...como pudimos comprobar, había sido descolgado.

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