La sombra sin rostro



Yo tenia 9 años, eran las siete de la tarde y yo estaba jugando en la calle, ya estaba empezando a oscurecer y decidí regresar a casa haciendo un rodeo poco habitual, como ese el camino era nuevo para mi, todo a mi alrededor propiciaba la sensación de adentrarme en lo desconocido, al poco rato, ví algo que me obligó a detenerme: era un hombre alto y delgado que parecía observarme allí plantado en medio del camino, iba vestido de negro y vestía un traje oscuro y sombrero del mismo color, calado hasta la frente dejando su rostro semioculto, el lugar era tan estrecho que no podía pasar esquivandole, por lo que decidí esperar su reacción, al cabo de unos segundos, levantó el brazo como indicandome que me acercara, lo que provocó en mí una reacción de pánico y eché a correr en dirección contraria, estaba casi seguro que acababa de tener un encuentro con un muerto viviente o un espectro.

De este suceso, no le conté nada a nadie hasta que años más tarde, ya siendo adulto, fui a visitar a un amigo de la infancia, y como salió aquel tema a colación: me contó que regresando una tarde de la escuela se le aparecio un señor, pero que a diferencia de mí: él sí se le acercó y cuando estuvo frente a él, le pidió un favor especial: deberia encargar una misa para que él pudiera recuperar su alma, le pregunté si había podido ver su rostro y me respondió algo que me dejó desconcertado: dijo que la cara es el reflejo del alma y quien no tiene alma, tampoco tiene cara.

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