Un mensaje anónimo me
había convocado a un lugar con el nombre encriptado, así es como nos
comunicamos entre nosotros: sin mencionar nombres propios, usando símiles y
metáforas y sustituyendo términos comprometedores por palabras en clave; como
soldado de la organización, pude imaginar lo que me esperaba pero los hechos ya
me habían demostrado en muchas ocasiones que nada es como uno espera.
Llevaba un largo tramo
rcorrido cuando algo me salió al encuentro, no pude distinguir lo que era, pero
sí pude ver como se retorcía por el retrovisor, frené y bajé de mi automóvil
para salir de dudas, pero al acercarme vi que era un ser humano, una joven,
concretamente, pero por el olor que emanaba era evidente que estaba muy ebria,
puedo ser una escoria pero tengo mis princípios, de modo que sin pensarlo dos
veces, la levanté y la metí en el asiento trasero de mi coche. La cita tendría
que esperar, ella tenía toda una vida por delante, yo en cambio, ya había
agotado todos mis comodines.
Conduje hasta la población más cercana, en busca de cualquier clínica, hospital o lo que se le pareciera, cuando empezó a sonar el teléfono, lo apagué para que nada me distrajera, me preguntaba cuales podrían ser las consecuencias de mi decisión y si estaba preparado para soportarlo pero el despertar de mi pasajera me hizo volver al presente.
-¿Donde estoy?... ¿Quien eres tu?: balbuceó
Conduje hasta la población más cercana, en busca de cualquier clínica, hospital o lo que se le pareciera, cuando empezó a sonar el teléfono, lo apagué para que nada me distrajera, me preguntaba cuales podrían ser las consecuencias de mi decisión y si estaba preparado para soportarlo pero el despertar de mi pasajera me hizo volver al presente.
-¿Donde estoy?... ¿Quien eres tu?: balbuceó
-¿Crees que eso importa?:
le espeté-¡Ibas por medio de la carretera como si todo te diera igual! ¿En qué
estabas pensando?
No parecía reaccionar,
pero no era a causa del alcohol, una expresión así así solo era producto de las
drogas, siendo de la vieja escuela, me cuesta entender esa forma que tienen los
jóvenes de precipitarse hacia su autodestrucción.
-¿Y qué sabes tú de mí?
me dijo en un tono más lúcido.
-Lo suficiente como para
saber que no hay problema sin solución: le respondí; apenas podía creer lo que
estaba diciendo.
-¡Corta el rollo de una
vez!: restalló la chica intentando reincorporarse de su asiento-Solo dime si
los ves o no: ¿Me siguen ellos persiguiendo?
Estaba distraido,
intentando entender lo que me estaba preguntando cuando un grito agudo y
prolongado me hizo volver en sí: al girarme dí un volantazo y cuando quise
darme cuenta, ya era demasiado tarde y ultimo que ví fueron los faros de aquel
camión cegandome.
No hay comentarios:
Publicar un comentario