La carretera

Decidió partir a media tarde para visitar a su família con motivo de las Navidades, el primer lugar donde paró fue en un area de descanso a mitad de camino, pasó su bandeja por el buffet libre,  pagó en caja y se sentó para llenar su estómago con los mejunjes recalentados y
el café aguado que había escogido para su desayuno. En una esquina se encontraba una señora con aspecto de mendiga merodeando por las mesas, buscó una moneda en su bolsillo, y cuando estuvo a su lado, la puso en su mano y siguió comiendo, pero al percatarse de que la mendiga no se apartaba de su lado, alzó la vista con gesto interrogante.-Vea lo que vea, siga su camino y no pare hasta que llegue a su destino: susurró la mendiga antes de alejarse.Terminó de comer y prosiguió su camino, durante el trayecto no paraba de darle vueltas a la cabeza pensando una y otra vez en lo que dijo aquella anciana. Llegado a un punto de su trayecto, decidió abandonar la seguridad de la autopista y desviarse por la carretera comarcal, ya que era el camino más corto y efectivo, de pronto, sintió que su pie pisaba cada vez mas fuerte el acelerador, empezó a inquietarse, prosiguó a toda velocidad sin poder aminorar a marcha cuando observó por el retrovisor a una persona flotando justo detrás del auto, intentó ir más rápido pero ya estaba apurando el motor al máximo, calmándose cerró los ojos para aclarar su mente y recordó las palabras de aquella anciana: "Vea lo que vea, siga su camino y no pare hasta que llegue a su destino" Empezó a estremecerse, volvió a mirar por el retrovisor y allí seguía aquella cosa, el motor echaba humo pero la imagen no se alejaba ni se desvanecía, sin despegar los ojos del espejo siguió acelerando, de repente miró hacia delante pero ya era tarde, respiró con todas sus fuerzas y esperó el impacto con resignación. 
Se despertó en una camilla que estaba siendo subida a una ambulancia, lanzó una mirada furtiva a su alrededor y vió a la mendiga entre los curiosos que se habían congregado en la carretera, mirandole con una sonrisa condescendiente. Cuando las puertas de la ambulancia se cerraron, cerró el tambien los ojos, dejó rodar unas lagrimas y cayó en un profundo sueño.

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