Bruja de Satan



Ella quería seguir la tradición familiar: ser bruja de Satan, pero no tardó en darse cuenta que era muy joven y tenía toda una vida por delante. Un día se acercó al altar del Maligno y declaró su apostasía: uno a uno apagó todos los círios, el Icono con el rostro del Maléfico fue puesto boca abajo, la chica optó por no seguir adorándolo para tener una vida nueva, cambió de vestuario, se tiñó el pelo, se maquilló y con su nueva imagen, se lanzó a la carretera abandonando su comunidad y su hogar familiar.

Por allí donde pasaba, lujuriosas miradas llenas de deseo la seguían, pasaron los días y cayó en los brazos de un atractivo y acaudalado joven con quien inició una apasionada relación, cuando estaban juntos, ella no podía evitar sentir un intenso escalofrío además, intuía que ya conocía a su amante desde mucho tiempo atrás.
En una de sus citas, ambos caminaban solos bajo una pesada bruma que había invadido la calle, de pronto, él se detuvo y soteniendo fuertemente su mano dijo:
 -Creo que ya es hora de que nos conozcamos a fondo: yo no soy quien dice ser y tú tampoco ¿Verdad?
La joven no dejaba de temblar: el rostro de su novio había comenzado a metamorfosearse convirtiendose en algo que no tenía nada que ver con el joven de suaves facciones de quien se había enamorado, la sorpresa fué mayúscula al darse cuenta que estaba delante de su amo, el señor de las tinieblas.
-¿Cómo pudiendo tenerlo todo, renuncias a tu honor y a tus privilegios para seguir la vida del rebaño?: le reclamó el diablo escupiendo una bocanada de fuego sobre el rostro de la chica, ella trataba de escabuyirse pero sus esfuerzos fueron en vano, finalmente, cegada y con la cara abrasada se perdió en la niebla, mientras detrás suyo retumbaban las burlonas carcajadas de Satanás.

Jamás se volvió a saber nada de esa joven pero algunos hombres han seguido a una atractiva mujer recorriendo la calle de madrugada y cuando la tienen delante, huyen despavoridos al ver su cara grotescamente desfigurada.

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