Cortesía

La niña lloraba y gimoteaba sin parar y no se calmó, hasta que me levanté de su tumba donde me yo me había sentado por unos instantes a descansar, noté su reacción hostil porque yo soy muy receptivo y ahora no se cómo hacerle entender que no obré de mala fe, pues cada noche me viene a visitar y me observa inmóvil, pálida y sombría frente a mi cama mientras yo trato inútilmente de dormir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario