Estiercol

El corredor del más allá sólo de adentra en las profundidades de lo desconocido; hacia el nivel más profundo de la consciencia humana, la muerte es el reflejo de la luz sobre la materia. Un tremendo aullido resonó en estos muros tiritantes, mientras dormitaba en una de las celdas de este monasterio, me despertó el eco sobre mi ventana, pero al acercarme, atraído por el ruido, no pude creer lo que estaba viendo: pegada a la fachada del edifico, como una araña, apareció una joven, una niña apenas entrada en la pubertad con una de sus manos pegada al cristal, sonriéndome, mostrándole sus dientes puntiagudos, como si quisiera llamar mi atención La chica comenzó a hablar, pero su débil voz apenas era audible.
Salí hacia afuera y bajé las escaleras, pero cuando me encontraba frente al muro, ya no había nadie allí arriba, tan sólo se podían apreciar unas pequeñas huellas que seguían el curso de un sendero, sin embargo, estas se perdieron pronto en el cenagal tan pronto me puse a seguir su rastro, sólo un rancio aroma a podredumbre, fango y naturaleza muerta como respuesta a mis dudas, pronto sentí una inminente llovizna y entré de nuevo en el edifício resuelto a desentrañar el enigma, encendí la vela y poco a poco, me adentrando en las entrañas de aquella profundidad cavernosa hasta que esta me cubrió por completo, bajé la escalinata y llegué al foso donde el olor a podredumbre se sentía aun con más con intensidad, como si hubiesen dejado un montón de manzanas pudriendose en la oscuridad, acerqué la luz a un enorme montículo de porquería: se trataba de una minúscula estancia repleta de estiércol, donde brotaba hongos de todas las clases, allí reinaba un profundo silencio. Escuché, prestando mucha atención, hasta que sentí un débil lamento y los hongos comenzaron a temblar, apareciendo la imagen de un cadáver putrefacto encima de ellos, la calavera parecía reirse a carcajadas y un montón de gusanos poblaban su cuerpo: era ella; la joven de la que hablaban todos los frailes, y que según decían, andaba por las paredes como una araña, no era más que una niña huérfana que buscó asilo en los sótanos del monasterio siglos atrás, una muchacha abandonada a su suerte, como otros muchos jóvenes que seguramente sobrevivió a las guerras y a la hambruna viviendo como una salvaje en medio de los bosques...hasta que recaló en los muros de aquel monasterio.

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