Ella está cansada; siente sueño y desearía dejar de escuchar ese llanto
constante; teme asomarse a la ventana por que todo lo que respira mudo e
invisible allá afuera podría cobrar forma de repente; mece la cuna y canta, pero
el miedo late en su voz.
El niño calla momentáneamente pero ella sigue cantando para que el niño
no vuelva a llorar. Y amanece; transcurre otro día mas y con el paso del día vuelve a
reinar la oscuridad; es un ciclo que se repite una vez tras otra. Mientras
tanto: allá, a lo lejos: un muerto asoma su mano a través de la tierra, pero
ella tiene tanto sueño acumulado que deja de cantar y el niño vuelve a llorar y
mientras el niño llora: el muerto ha retirado la tierra que sepultaba su cuerpo
y trata de reincorporarse sobre montones de tierra removida que se hunden bajo
sus manos formando surcos y jirones de materia blanda alrededor del agujero.
Instantes mas tarde: su figura es una sombra errática que camina torpemente
hacia la casa iluminada por el brillo pálido de la luna.
Se detiene ante la puerta y comienza a forcejear rabiosamente con el pomo hacia dentro y hacia fuera: la madera carcomida que sostiene la cerradura no tarda en ceder. Ahora el muerto se balancea torpemente mirando hacia todos lados como si buscara algo. Mientras: el niño ya ha notado su presencia y fuerza su llanto; boquea y se ahoga, y cuando le falta el aire: sigue gimoteando incapaz de callar. Entonces: ella se despierta y viendo al muerto frente a la cuna: se levanta y golpea con pulso febril su blando vientre, empujándole para apartarlo de la criatura; ya le había matado anteriormente y ahora debe enfrentarse otra vez con él; con su propio pasado y con todo lo que él representa, golpea una y otra vez el vientre con ambas manos, pero este parece tan blando que sus manos se hunden en él y el intruso retrocede dolorido.
Se detiene ante la puerta y comienza a forcejear rabiosamente con el pomo hacia dentro y hacia fuera: la madera carcomida que sostiene la cerradura no tarda en ceder. Ahora el muerto se balancea torpemente mirando hacia todos lados como si buscara algo. Mientras: el niño ya ha notado su presencia y fuerza su llanto; boquea y se ahoga, y cuando le falta el aire: sigue gimoteando incapaz de callar. Entonces: ella se despierta y viendo al muerto frente a la cuna: se levanta y golpea con pulso febril su blando vientre, empujándole para apartarlo de la criatura; ya le había matado anteriormente y ahora debe enfrentarse otra vez con él; con su propio pasado y con todo lo que él representa, golpea una y otra vez el vientre con ambas manos, pero este parece tan blando que sus manos se hunden en él y el intruso retrocede dolorido.
Ya ha pasado todo: el muerto se aleja bamboleante a través del pasillo
hasta desaparecer por el umbral y el niño, por fin se ha callado, ahora yace inmóvil y silencioso en su cuna; ahogado por la
presión de la almohada.
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