Inconfundíble



Cada noche antes de dormir tomo el coctel que me recomendó el psicólogo y esto me ayuda a dormir, pero la sensación de que alguien está ahí vigilando, me hiela la sangre; mientras dormimos, nuestro cuerpo está paralizado, tenemos nuestros sentidos adormecidos, aun así, percibimos lo que hay a nuestro alrededor; reconocemos nuestra habitación entre las sombras, la textura de los objetos y los olores que nos rodean, en mi pesadilla, intento moverme pero estoy atrapado en mi propio cuerpo moviendo mis ojos de un lado a otro, lucho para librarme de esa fuerza que me somete, y de repente lo escucho: es el rechinar de la puerta que se abre lentamente y luego el sonido inconfundíble de sus pasos, es esa sombra que camina hacia mí, ahora está tan cerca que puedo sentir su respiración jadeante junto a mi oído, creo que está analizando mi estado y se deleita saboreando el miedo que transpira por mis poros, de nuevo se acerca a mí oído, y susurra mi nombre una vez, y otra, y de repente, siento, el afilado borde del cuchillo recorriendo mi piel, la fría hoja se mueve hacia mis costados, surcando mis costillas. Mi grito desesperado me devuelve a la realidad, y me reincorporo empapado en sudor, respirando entrecortadamente, todo ha sido un sueño, pero la sensación lacerante aún sigue adosada a mi piel y cuando miro la puerta, puedo percibir su presencia agazapada entre las sombras, sonriendo malevolamente y disfrutando con el placer de mi dolor.

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