Los seres humanos
no somos tan solo un cuerpo físico, el mundo que habitamos no se limita a lo
que podemos ver o tocar; estamos rodeados por energías, y entidades de los que
nuestra conciencia no tiene constancia, la línea que separa ambos mundos es un
umbral que solo podemos cruzar cuando estamos verdaderamente preparados, ahí es
donde tiene lugar el encuentro con el Guardián del Umbral.
El umbral está
formado por cada sentimiento de temor y de vacilación ante la idea de tomar las
riendas del propio destino y de asumir por completo las consecuencias de
nuestros propios actos y pensamientos, y el morador de este umbral es quien nos
dejará o no cruzar al otro lado.
Justo antes de
nacer entra en nosotros y permanece a nuestro lado durante toda la vida, de
modo que siempre está ahí, incluso cuando no somos capaces de verlo con
nuestros ojos, el guardián del umbral nos acompaña durante cada segundo de
nuestras vidas, dejando constancia de nuestros actos, de todas nuestras
experiencias y quien no está realmente preparado, no solo no podrá pasar al
otro lado sino que la impresión de su encuentro con el guardian será tan terrorífica
que quedará persuadido de volver a intentarlo de nuevo ya que percibe a este
ser como un monstruo ajeno a sí mismo, su propio orgullo no le deja reconocer
sus propias faltas y lo percibe como un ser terrible y fantasmal.
Todo cuanto hacemos, decimos, y hasta lo que pensamos, tiene su eco en
el mundo espiritual; nada se puede ocultar, nada se olvida ni se diluye en el
pasado: debemos asumir la responsabilidad de nuestros propios actos y aprender
a guiarnos en la vida por la bondad, las buenas intenciones, el desapego y el
amor, esa es la unica llave que abre la puerta, lo contrario es la nada, el
abismo; el purgatorio.
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