Me encontraba
gravemente enfermo, hacía días que deliraba, apenas podía mantener los ojos
abiertos y durante ese tiempo, no había ingerido ningún alimento, pues todo
cuanto comía, lo acababa devolviendo, había perdido tanto peso que ya me habían
dado por muerto, pero entre tanto delírio, me pareció escuchar una voz
pronunciando mi nombre, entonces supe que no iba a morir, este fue el ultimo pensamiento
coherente que tuve antes de ser agarrado del cuello e incorporado a la fuerza
como si mi cuerpo fuese la frágil estructura de un muñeco, lo ultimo que
recuerdo antes de caer en las brumas de la inconciencia fueron sus ojos sin
pupilas y esos colmillos afilados asomando entre sus comisuras
Cuando desperté
ya no sentía dolor, estaba desorientado y los recuerdos iban y venían como
sombras fugaces, me sorprendí pues me sentía mucho mejor y parecía como si
nunca hubiese estado al borde de la muerte, alguien puso una copa con vino
tinto en mis labios, o eso al menos pensé yo, y cuando la probé, un sabor
metálico recorrió mi garganta pero en lugar de provocarme rechazo, eso encendió
mis instintos; mis ojos comenzaron a girar con ansiedad incontrolable, mis
sentidos parecieron agudizarse hasta la desmesura, pero eso era como una
melodía sublime para mí, un estallido de voces reclamando sangre, más no me
deje cegar, sabía que mis fuerzas eran inútiles por ahora, así que decidí
esperar, pero no demasiado.
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