Diferente



Lunes por la noche, regresaba de trabajar y me encontraba en la parada de autobús languidecíendo, por lo que decidí regresar andando. No es que viviera muy cerca de donde me encontraba, pero, como hacía buena noche y estaba harta de esperar, me pareció una buena idea, ese fué mi primer error, y como conocía el trayecto, decidí atajar por los callejones, segundo y tremendo error.
Allí quieto, con su abrigo negro, su bufanda y su pelo revuelto, parecía estar esperandome, pensé que podría pasar a su lado sin más, pero al llegar a su altura me cogió bruscamente y me empujó hasta la pared, tapandome la boca para que no gritara, una vez allí sin darme la oportunidad de respirar, me besó, fué un beso violento que encendió en mí una pasión incomprensíble, nunca nadie me había besado de forma tan intensa, me sentía en el séptimo cielo, a punto de desfallecer e instantes más tarde, perdí el conocimiento.
Abrí los ojos. Tenía el cuerpo entumecido y magullado y estaba desorientada, tampoco podía moverme. Mis tobillos y muñecas estaban atados a una silla, estaba tan concentrada en recordar cómo había llegado hasta allí que no me di cuenta de que alguien me observaba desde las sombras de la habitación. Era él, y podía sentir cómo me atravesaba con la mirada, se me puso en frente y aspiró profundamente, como si mi aroma lo volviera loco de placer, le miré a los ojos y justo en ese momento sentí como si todas las células de mi cuerpo anhelaran fusionarse con las de ese desconocido, me rodeó con su brazos sujetándome con fuerza, una descarga eléctrica recorrió mi cuerpo y antes de caer en la oscuridad lo sentí: miedo, excitación, ira, felicidad; una mezcla delirante de sensaciones.
Estaba echa una pena, tenía el cuerpo lleno de golpes y moratones, apenas podía andar, seguramente habría perdido mi trabajo, y aunque quería odiar a ese monstruo, sentía un vacío tremendo ahora que ya no estaba conmigo, y a pesar de lo que me había hecho, le echaba de menos.
Vagué por las calles, buscándolo con la mirada por los bares, y los callejones; nada. Ya casi me había dado por vencida cuando de pronto, lo encontré con una joven entre sus brazos, quizás en otro tiempo hubiese dado media vuelta poniendo tierra por medio, pero una sensación de ira incontrolable me invadió al verlo, casi como poseida, me acerqué a mi amante y lo empujé con todas mis fuerzas, luego me volví hacia la chica, la agarré del pelo y acabamos las dos rebolcadas por el suelo, tuvieron que separarnos y pese a lo cochambroso de la situación, me encontraba eufórica, pletórica, diferente...

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