En el largo viaje
que emprendí tras mi partida, había contemplado paisajes inhóspitos, palacios
prodigiosos, ciudades de ensueño. Pero ahora me encontraba admirando las
maravillas mediocres de mi pequeño mundo; el que yo conocía desde los lejanos días
de mi infancia. Ahora regresaba a mi aldea natal, pero para mí: hasta los de mi
propia sangre me parecían extraños y aunque yo tampoco era el mismo: no
reconocía sus caras. Paré a todo el que veía; pregunté a unos y a otros hasta
que: sorprendido por las respuestas de los lugareños, decidí proseguir mi
camino en silencio. Cuando llegué a las afueras del pueblo, ví a unos
hombres intentando inútilmente apartar una piedra que obstaculizaba el camino,
de modo que opté por bajar del caballo y ayudarles. Tras atar una cuerda
al caballo y haber retirado la piedra, pude hallar el primer gesto de
hospitalidad en aquellas gentes de talante esquivo, y acomodado entre los sacos
de una vieja cabaña: pude saciar mi hambre, mitigar mi sed y obtuve además las
primeras respuestas a mis preguntas: contaban que un hombre a quien
identifiqué como mi padre, había sido encontrado solo y desamparado, vagando
por los caminos; ciego y enfermo: me contaron que murió en un lugar olvidado de
todos; entre quejidos y preso de un terríble dolor. Contaron tambien que
una mujer que debía ser mi madre: desapareció un buen día y que nada se supo de
ella hasta que la encontraron en medio del bosque, acurrucada entre unos
matorrales: llevaba meses allí; rehuyendo el contacto humano y alimentandose de
hojas y de insectos. Cuando se acercaron a ella: vieron que esta había perdido
el habla y que se movía como una bestia, desplazandose a cuatro patas entre
gruñidos amenazadores. Todo esto ocurrió tras mi partida y en el fondo:
sabía que todos mis seres queridos estaban llamados a correr la misma suerte.
En vano, seguí recorriendo los paisajes, ahora desconocidos que desfilaban
por mi retina, adormecida en visiones interiores de mi propio pasado. Y cuando
llegué hasta la cabaña en cuyo interior transcurrió parte de mi vida: se inició
un inquieto revuelo a mi alrededor que hizo palpitar mi corazón aletargado y
todos mis dolores y amarguras volvieron a salir a flote. Yo no conocía a
aquellas gentes, pero alguien de entre ellos me había reconocido apenas verme y
señalandome: gritó mi nombre, luego se volvió hacia los atónitos lugareños y
les reveló mi verdadera identidad. Para todos: yo era el que nunca debió
regresar, por que había mantenido relaciones prohibidas con la hija de uno de
aquellos seres; los que habitaban en las cuevas que se abren a lo largo de los
desfiladeros, y aunque llegué a creer que había logrado escapar de su hechizo:
ahora se que estoy atado a ellos mas allá de mi propia muerte; por que bebí de
su cuenco y en él estaba la esencia de una alma perversa; la energía vital de
un ser cuya maldad bebí, uniendome a él para siempre y desde entonces, todo
aquel que mantenga relaciones conmigo, quien escuche mi voz y hasta el que me
vea pasar desde lejos: tendrá una vida desdichada y un destino aciago.
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