Hay una unica puerta al final de las escaleras
detrás de la cual está el desván. La oscuridad y el silencio lo invaden todo.
Las extremidades desmembradas de los muñecos y de los títeres están
desparramadas por el suelo; entre la oscuridad aparece de pronto un rectángulo
alto y negro, como la taquilla del vendedor de entradas de una feria ambulante.
De su interior asoma el rostro de madera de un personaje inanimado y abre la
mandíbula para dejar escapar una risa mecánica. El muñeco tiene una cara bonita
y una expresión distraida; le bailan los ojos como canicas en movimiento.
Entonces, de entre las sombras de la cabina
surge una figura alta y delgada; la ropa le cuelga como trapos viejos y tiene
el mismo rostro dulce y acartonado que el muñeco.
-¿Alguna vez te has preguntado?: comienza a
decir el espectro alto y delgado-¿Alguna vez te has preguntado qué es lo que
hace tan horríble la animación de un muñeco? ¿Pero de qué se ríe este monigote
estúpido? No hay motivos aparentes que provoquen la risa del muñeco, y aún así
se ríe; “jajajajajaja” y lo hace de la
forma más absurda y maligna posíble; parece saber algo que desconocemos y eso
es lo que da miedo; el muñeco aterroriza pero es él quien de verdad está
aterrorizado. Piensatelo: la madera ha despertado del sueño del que jamás debió
ser interrumpido.
En el interior de la cabina: los ojos del
muñeco han cambiado; de ellos manan ahora pequeñas gotas de sangre que parecen
negras bajo la penumbra. Los ojos, la boca; toda la estructura de la cara
representan horripilantes acrobacias de expresión. De repente: siento como una
maraña de cuerdas invisibles descienden del techo; las cuerdas giran formando lazos
y anudando mis extremidades. Una extraña rigidez se adueña de mis miembros y de
mi rostro hasta que mi cuerpo adquiere la consistencia de la madera barnizada.
Una risa horripilante e involuntaria se atasca en mi garganta, mis ropas
sueltas se agitan en vano mientras unas gotas de sudor caliente resbalan sobre
mis mejillas lacadas y mis ojos dan vueltas como canicas. Suspendido en el
aire, voy flotando hacia la delgada cabina de madera que en adelante será mi
nueva casa.
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