Aquel domingo me
encontraba en el cine de mi barrio viendo una sesión doble de terror cuando a
mitad de la segunda película, se me ocurrió ir al baño, el cine era tan pequeño
que sólo disponía de un cubículo al fondo de un largo pasillo que daba a un
patio de luces comunitario. Hice lo que tenía que hacer pero al querer abrir la
puerta del escusado, esta se atascó, y no cedía por mucho que giraba el pomo,
de pronto se fué la luz y quedé completamente a oscuras. Empecé a gritar
pensando que alguien me oiría pero un ruido extraño sonó al otro lado de la
puerta como si un cuerpo muy pesado se acercara arrastrando los pies por el suelo,
decidí callar por si mis gritos habían atraido a aquella cosa, pero al poco
rato, la puerta se abría violentamente y enseguida distinguí una silueta humana
frente a mí, no entendía lo que ocurría y por más que trataba de verle la cara,
no lograba distinguir nada, la figura sujetó mi cuello y sentí como el colapso
sanguíneo hinchaba mi cabeza, fueron segundos que me parecierón siglos,
intentaba quitarmelo de encima, pero mis golpes no servían de nada, y cuando
creí que había llegado el final, volvió otra vez la luz, lo cual me permitió
verlo durante un segundo o dos, antes de que su imagen se volatilizara ante mí:
era un hombre vestido con guardapolvo de trabajo, su cara parecía una mascara
confeccionada con piel humana y a través de las partes que quedaban al
descubierto podían adivinarse las venas y partes del craneo al descubierto,
junto con pedazos de piel podrida. Parpadeé por un momento y dejé de sentir la
presión sobre mi cuello, abri los ojos y ya no estaba la cosa, yo estaba
paralizado y la tensión me hizo caer de rodillas, un nuevo ruido de pasos me
hizo gritar, pero esta vez era el acomodador, quien alertado por los gritos y
los golpes, había acudido para averiguar qué estaba sucediendo. Sobra decir que
jamás me creyerón, pero me puse a investigar por mi cuenta la história de ese
lugar y averigué que aquel edifício se había construido sobre las ruinas de un
antíguo matadero, la família que llevaba el negocio se dedicaba al canibalismo;
con engaños llevaban a sus victimas
hasta su guarida y los mataban para hacer filetes y amuletos con parte de sus
huesos, hasta que un cliente avispado pudo distinguir señales de anatomía
humana entre los restos que se amontonaban en la cámara frigorífica e informó a
las autoridades, pero lo más desconcertante de todo es que poco antes de
llegar, un apagón dejó el barrio momentaneamente a oscuras y cuando llegaron,
encontraron a todos los miembros de la família muertos y semidevorados, los
viejos del lugar dicen que fuerón los fantasmas de las víctimas quienes habían regresado
para cobrar su venganza pero yo se que el matarife mayor sigue rondando en
espíritu por aquel lugar buscando cuerpos para llenar su despensa.
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