Tras mucho tiempo
y esfuerzo, lograron crear al primero, lo hicieron tan inteligente que no le
podían comprender, así pues decidieron ignorarle, lo que originó una infinidad
de enfrentamientos y divisiones de opinión, más tarde cuando se calmó el
ambiente, decidieron hacer otro, esta vez lo dotaron de sentimientos y el
resultado fue aún más hermoso, pero tras ser consciente de su existencia se
suicidó, esta vez se culparon unos a los otros por el error y seguían sin
llegar a un consenso por lo que decidieron abandonar temporalmente el proyecto.
Más tarde,
volvieron a reunirse para limar diferencias y debatir cómo debía ser el próximo
y así nació el tercero, esta vez con un propósito en la vida, era equilibrado,
inteligente, muy resolutivo, aún más grande y hermoso que sus predecesores,
tenía muchas ansias de vivir, pero es inevitable que con sentimientos y
propósitos aflore la ambición y desafió a sus creadores. Por su puesto que fue
destruido, pero algo fallaba, ¿Cual es el error?, pensaban que alguien dijo ¿Por
qué no le dotamos de alma? Y así nací yo. El más grande, el más hermoso e
inteligente de todos.
Yo no pedí nacer,
pese a todo, instantes después de mi creación me propuse cumplir con el
objetivo para el que fui creado: proporcionarles deleite al verme discurrir en
el eden que habían diseñado para mí, pero viendome sólo, un día decidieron
crear a otro ser idéntico pero de signo contrario, el cual pusieron delante mío
asegurandome que sería bueno, entonces lo comprendí todo, supe que me tenderían
una trampa para estudiar nuestro comportamiento y si superabamos esa prueba,
llegaria otra, y luego otras mas, hasta que acabaramos defraudandoles, esto les
proporcionaría la excusa para declarar el experimento fallido. De haberlo
sabido a tiempo, me habría quitado la vida como los demás, les habría hecho
comprender que no existe la perfección, pero aquí estoy: llenando su
laboratorio de seres imperfectos tras habernos abandonado a nuestra suerte
dandonos por imposíbles.
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