Testigo



El hombre de traje oscuro salió del callejón y tomó una dirección cualquiera, se alejó caminando hasta disolverse entre la oscuridad y allí estábamos mi amigo y yo temblando de miedo. Esperábamos que el monstruo no se diera cuenta de nuestra presencia y se marchara, estábamos tan seguros de que pasaría de largo que incluso mi compañero me sonrió confiado guiñándome el ojo. Esperamos un tiempo prudencial y cuando me volví hacia él, vi sus ojos rojos, sentí un agudo dolor en el cuello y un frío intenso en el corazón. Al despertar horas más tarde, tenía otros ojos, otras manos, otras uñas, otro pelo, otros dientes, mi vida había cambiado.

No hay comentarios:

Publicar un comentario