La noche se
presentaba tranquila y sin mucho trabajo: procedí a perforar el cadáver para
desvelar las causas de muerte, aunque todo parecía evidente: abrí su pecho y
extraje los pulmones de su cavidad toráxica, estos estaban encharcados, con lo
que ya podía empezar a rellenar el informe, pero antes, procedí a cerrarlo,
estaba juntando la piel con aguja e hilo quirúrjico cuando percibí un
movimiento cercano, miré a mi alrededor y no ví nada salvo el infortunado
compañero de mi paciente, un motorista que perdió el control mientras conducía;
su cuerpo fué arrastrado varias decenas de metros y un camión, le pasó por
encima aplastando con sus ruedas la cabeza. Decidí proseguir mi tarea ajeno a
los sonidos y la tenue voz de la radio cuyo locutor anunciaba un boletín
especial de notícias.
Al finalizar mi
tarea, me tendí relajadamente sobre la silla que estaba en medio de la sala,
comenzaba a quedarme dormido cuando presentí que algo estaba sucediendo, pero
antes de que lograra reccionar, noté la yema de unos dedos fríos tocando mi
espalda, cuando me giré ví al cadáver del jóven con los brazos extendidos hacia
mi, y el cuerpo del motorista con la cabeza aplastada, derramando espuma negra
por la boca y arrastrándose por el suelo, mientras tanto, la radio seguía
hablando de extraños sucesos a los que por el momento, nadie había logrado
hallar respuesta.
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