Tras hacer el amor, nuestros cuerpos permanecieron entrelazados durante
horas compartiendo el silencio, hasta que una horrenda pesadilla me hizo
despertar sobresaltado, me giré hacia ella y al retirar un mechón que cubría su
frente, me incliné para contemplar su angelical rostro, pero al mirar por
encima de su hombro, dí de bruces con las facciones de aquel rostro grotesco
situado a escasos centímetros del mío, este descubrimiento me dejó paralizado,
indeciso, temeroso de que alguno de mis gestos pudiera delatar el miedo que
sentía, de repente, ella se giró hacia mí dedicandome una macabra sonrisa e,
inmediatamente después, se incorporó como un resorte, quedando de rodillas
frente a mí, como un depredador que se dispusiera a saltar sobre su presa,
estuvimos uno frente a otro, escudriñandonos mutuamente hasta que ella alzó su
mano y cerró parte de esta excepto los dedos índice y corazón que quedaron
formando una uve, apenas tuve tiempo de parpadear cuando sus dedos vaciaron mis
ojos perforando mi cerebro.
Cuando desperté, la ví tumbada sin vida a mi lado, mi mente estalló en un doloroso alarido al ver que tenía las cuencas de los ojos vacías, quedé sollozando histéricamente, mientras acunaba la cabeza del cadáver a quien había hecho el amor en vida, balanceando su tronco de un lado a otro; tratando inútilmente de reanimarla.
Cuando desperté, la ví tumbada sin vida a mi lado, mi mente estalló en un doloroso alarido al ver que tenía las cuencas de los ojos vacías, quedé sollozando histéricamente, mientras acunaba la cabeza del cadáver a quien había hecho el amor en vida, balanceando su tronco de un lado a otro; tratando inútilmente de reanimarla.
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