El machete



La hoja punzante y afilada del machete acariciaba mi cara, se deslizaba por mi cuello, y trazaba dibujos invisíbles en mi pecho, su rostro implacable me miraba con expresión desafiante, mascullando expresiones abyectas y pasando el objeto de mano en mano a una velocidad pasmosa, sus ojos irradiaban un odio atroz, deseaba escapar de allí pero mis piernas me mantenían paralizado.
Era totalmente consciente de que bastaba un simple movimiento para que ese arma certificara mi cruel final, mi mente estaba bloqueada, hipnotizada, cada vez estaba mas nervioso y asustado, por un momento, el silencio se hizo absoluto, solo se escuchaba mi respiración aterrada y mi corazón bombeando con fuerza. Bruscamente y de forma inesperada, me agarró del pelo tirándo de él hacia atrás, y oprimiendo mi garganta con la hoja del cuchillo y justo cuando se disponía a degollarme, mis ojos se abrieron devolviéndome a la realidad.
Me encontraba en la litera superior de la celda tumbado y empapado en sudor, la sombra de los barrotes recorría con sus siluetas en suelo, alargandose a través de las paredes, bajé de la litera para refrescarme la cara en el sucio y viejo lavabo pero al bajar, resbalé con algo que me hizo caer de rodillas, me puse de pie maldiciendo de dolor y cuando agudicé la vista pude distinguir un enorme charco de sangre en el suelo y a mi compañero de celda degollado en su cama, por primera vez, deseaba regresar al punto inicial de mi pesadilla, creo que mi voz se escuchó hasta el último rincón de la prisión y no fué porque hubiese encontrado a mi compañero muerto sino por que estaba convencido de que el asesino seguía allí dentro conmigo y que iba a matarme de un momento a otro.

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