El miedo que sentía esa mañana no era infundado, pude sentir como el sudor resbalaba por mi frente, mientras huía y las manos frías que atenazaron mi cuello, las ramas rotas y piedras desprendidas mientras ese monstruo me arrastraba hacia la cueva.
He vuelto a despertar y aquí estoy, en la misma montaña donde acabó todo, la neblina invade el lugar, la soledad es mi única compañía y hasta ahora no lograba recordar que hacía yo aquí , pero de repente ví mi casa y todo acudió a mi memoria: según el calendario, han transcurrido veinte años de mi muerte aunque en ese mundo sólo llevo un par de horas según mis cálculos.
Deseo justícia, no venganza, y se que el responsable de mi crimen y violación vive atormentado por sus recuerdos, a él me dirijo, pues aunque agonice víctima de una enfermedad terminal, voy a hacer que pague por lo que me hizo durante el tiempo que le resta en este mundo.
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