Deserción



Recuerdo el aroma hediondo de ese caldo extraño que me ofrecieron aquellas ancianas de aspecto andrajoso cuando me hallaron agonizando víctima del crudo invierno que sorprendió a nuestra división, camino hacia Moscú.
No había recuperado completamente la conciencia cuando ví como cuchicheaban entre ellas y me miraban con ojos de desprecio, y cuando creí haber descubierto sus planes, un fuerte mareo me dejó inconsciente de nuevo.
Desperté después de lo que para mi había sido una eternidad pensando que todo había sido un sueño, por un instante me sentí tranquilo pero cuando intenté moverme, constaté que estaba completamente inmovilizado y sujeto por argollas a lo que parecía un artefacto de tortura, el sonido de una puerta abriéndose rompió bruscamente el silencio, y ví una sombra embozada que atravesaba el umbral y se dirigía hacia la palanca que estaba a un costado mio para accionar el mecanismo de poleas de la máquina en la que me hallaba sujeto.
Después de eso, todo se desencadenó de forma mucho más previsíble: el dolor fué aumentando hasta que se hizo insoportable y entre gritos sollozos, perdí el conocimiento. Despertar aquí, en este cuarto es lo mejor que podía pasarme después de una experiencia tan horrenda, voy a ser fusilado en pocas horas acusado de desertor pero no me importa; ignoro lo que ha sucedido mientras mi mente estaba cautiva y drogada; prefiero la certeza de mi destino a ese infierno vesálico.

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