Justícia poética



Había soportado estoicamente las impertinencias de aquella niñata, desde sus burlas hasta sus desplantes pero hace apenas unos días, el vaso se colmó definitivamente. Con todo, no fue su habilidad para atacar mi amor propio lo que me hizo concebir mi proyecto de venganza sino su codícia desmedida que manejada con perversa astúcia de adolescente me había puesto frente a la espada y la pared. Su ultimo chantage habría echado a rodar mi carrera y mi matrimonio de no haber tomado medidas drásticas, de modo que la engañé pidiendole unos días de plazo para reunir la cantidad de dinero que me exigía cuando lo que pretendía era lograr que bajara la guardia, así la pude seguir durante varios días sin que se percatara y planear mi asalto en una zona poco transitada donde la drogué, llevandomela a un edificio en obras y, una vez allí, la até a una columna y sabiendo que nadie escucharía sus gritos, dí rienda suelta a mis instintos. Murió antes de lo que habría deseado, aunque el balance final fué notable. Luego la troceé para facilitarme la consiguiente y meticulosa labor. Al principio pensé que todo había salido bien pero la videocámara de un cajero automático había captado mi imagen siguiendo a mi víctima antes de secuestrarla, de modo que rápidamente me convertí en el principal sospechoso de su desaparición. Sólo un descuido me permitió esquivar el acoso policial y esconderme usando un nombre falso en el motel donde ahora mismo me encuentro sopesando la decisión mas importante de mi vida. Sé que no podré huir eternamente, tarde o temprano acabarán dando con mi paradero, seré interrogado y no tardaré en desmoronarme; soy debil por naturaleza y en la carcel me espera un destino peor que la muerte, por eso voy a meterme en la bañera y dejaré correr el agua, luego me cortaré las venas y esperaré... lamento profundamente acabar mis días dejando un ejemplo tan baldío e inconsistente.

No hay comentarios:

Publicar un comentario