El rosario



Allí estaba yo, ajeno a mi acto y a la extraña voz que me había llevado hasta allí, era como si una fuerza extraña guiara mi mente ordenandome cavar ese hoyo justo en lo alto de esa colina. Despúes de varios minutos, encontré por fín lo que estaba enterrado en el suelo: era un viejo ataúd de madera carcomida. Sin pensarlo dos veces, abrí el ataúd donde yacía el cadáver de la anciana que parecía haber fallecido recientemente, pese a llevar años allí enterrada. Tenía las dos manos unidas por un rosario de plata que arranqué de un tirón y el momento en que logré arrebatarselo a sus manos rígidas, una ráfaga de viento gélido me arrojó al suelo, golpeandome la cabeza con los bordes del ataud y perdiendo el conocimiento. Cuando desperté ya no estaba el cadáver, removí toda la zanja para asegurarme de que no había estado soñando y allí estaba el rosario, mezclado entre la tierra y el fango húmedo.
Entonces supe que a partir de ese día iba a tener ese maldito murmullo siguiendome a todas partes, y es que cuando recordé la voz que me había guiado hasta aquella colina, pude escucharlo con nitidez  y entender la palabra en cuestión: "Liberame" Esto era lo que me pedía la anciana bruja desde su lecho mortuorio:  liberarla de su cautiverio arrancando de sus manos el rosario  para que pudiera volver a la vida. Esta noche, he oido una espantosa risa recorriendo las colinas, la misma que ahora puedo escuchar sonando en una de mis ventanas.

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