Ya casi no sentía las
manos, estaban tan fuertemente atadas a la silla que tenía el pulso adormecido,
se sentía mareada y confusa, igual que las otras jóvenes en la habitación. Una
mordaza cubría su boca, enmudeciendo sus gritos y reduciendo su capacidad
respiratoria. La confusión de su despertar hacía que su mente formulara
preguntas al aire ¿Cómo había llegado hasta allí? ¿Quien la había drogado y
secuestrado? Eran preguntas para las que no tenía respuesta, su mente apenas
comenzaba a recuperar la lucidez y el
pánico anulaba sus facultades.
Al notar la subita
reacción de las otras chicas fue cuando se percató de que su secuestrador se
encontraba con ellas, y que estaba colocando varios instrumentos en una mesa.
Lo vió acercarse a una de las víctimas, al situarse de espaldas a ella, no pudo
ver lo que le está haciendo, pero por sus movimientos convulsos, pudo
imaginarselo, ya que cuando él se retiró, vió el globo ocular de ella colgando
de un fino hilo de tejidos. Quiso cerrar los ojos pero la imagen había quedado
grabada en su mente como si la hubiese escaneado en el cerebro, luego presenció
como el secuestrador iba a por otra serrandole una mano para luego colocarsela
sobre la cabeza. Su única esperanza era tener una muerte rápida. Su turno iba
acercandose de forma inexorable, atrás quedaban varias amputaciones, una lengua
arrancada y extracciones de dientes en vivo. Las víctimas que le habían
precedido seguían vivas en su agonía para deleite del monstruo, así que la
posibilidad de una muerte rápida ya no era una salida a la que aferrarse.
El momento había llegado,
pero no sucedió lo que ella esperaba pues vió como el asesino paraba frente a
ella mirandola detenídamente, palpando su rostro y acariciando su cabello, tal
vez esperando que se pusiera a temblar de miedo como las demás, pero no sentía
miedo, lo que experimentaba era un odio atroz por hallarse frente a la maldad
más retorcida, y al parecer él lo había percibido, pues le sonreía; sus aires
despiadados habían cambiado de forma y en su lugar podía verse un rostro
indeciso. Permaneció unos segundos inmóvil hasta que rodeó la silla donde
estaba atada situandose detrás de ella. Primero aflojó el nudo de la mordaza
que cubría su boca, luego notó el filo
de un cuchillo rasgando las cuerdas que la sujetaban por detrás. Lo que
siguió fué una honda sensación de alívio al sentir sus manos libres de
movimiento. Después, la mano ferrea del asesino agarró su muñeca derecha y
alzandola, puso el mango del cuchillo en ella cerrandola con fuerza. La joven
levantó su mirada confusa y sus ojos coincidieron con los del verdugo durante
un segundo quien señaló con el dedo hacia las victimas que yacían a su
alrededor.
Cuchillo en mano, se
levantó y caminó lentamente hacia ellas. Una a una puso fín a la lenta y
dolorosa y agonía de aquellas jovenes desdichadas, lo hizo rapido con un corte
seco y profundo en sus puntos vitales, entendiendo este acto como un gesto de
clemencia. Cuando terminó con ellas, sintió como dos brazos fuertes la
rodeaban, se giró bruscamente y sus labios tocaron los de su secuestrador.
Entonces comprendió las motivaciones del monstruo, su mente se adentró en la
suya sumergiendose en un mar de soledad y rechazo. Ella era la elegida para
liberar a aquel ser desgraciado de sus pesadas cargas emocionales, un susurro
mudo se adentró en su mente transmitiendole el deseo de aquella mente
torturada: "hazlo" y sin pensarlo dos veces, le apuñaló en el cuello,
luego en el pecho una y otra vez, hasta sentir el brazo cansado, y cuando vió
su cuerpo sin vida yaciendo en un charco de sangre, le invadió una extraña
sensación de paz pensando que había hecho una buena obra.
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