El juramento



Nadie supo qué había sido de la niña sin sonrisa, me veían ir a la escuela, me veían sentada en la puerta de mi casa, me veían caminar sola por el sendero. Y de pronto cuando cumplí los dieciséis años nadie volvió a verme. Los más atrevidos, se acercaron a preguntar a mi padre donde me encontraba pero no lograron averiguar nada, pasaron los días, los meses y los años, mi padre se había deteriorado mucho, lo encontraban borracho tirado en medio del sendero y empezaron a sospechar que se había vuelto loco.
Cuando murió mi madre, se estableció una extraña relación entre nosotros que no supe comprender. La primera vez fue una noche sin luna, todo estaba oscuro y silencioso, lo sentí echarse encima, quise gritar pero él me tapó la boca con su sucia mano…yo  tan solo tenía 12 años.
La noche que cumplí 16, me dije que ya no soportaría más vejaciones, cogí mis escasas pertenencias, las guardé en una caja de cartón y abandoné mi casa sigilosamente mientras él dormía la borrachera.
El autobús se detuvo, bajé y comencé a caminar por el sendero, el aire era frío, no había luna, el sendero se alargaba tortuosamente hasta la casa oscura y solitaria que se vislumbraba en el claro del bosque.
Poco más tarde, salí sosteniendo la cabeza de mi padre: estaba limpiamente arrancada del cuerpo, la boca en un grito mudo y los ojos sangrantes. Al fín había logrado cumplir el juramento que hice el día que me tocó por primera vez...

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