Papá



-¿Has visto a mi papá? susurró una voz infantil desde el otro lado de la puerta
No se escuchó nada más, por un breve periodo de tiempo no se atrevió a moverse ni a respirar. Poco a poco se acercó a la puerta y se asomó por la mirilla, no había nadie. Quitó el cerrojo, lentamente giró la perilla y abrió la puerta. El pasillo estaba desierto, volvió a entrar en su habitación y cerró la puerta. Puso el seguro y caminó hacia el centro de la habitación…
-¿Has visto a mi papá? la voz que sonó dentro de la habitación le hizo resbalar al girarse bruscamente y cayó al suelo de bruces: dentro de su habitación había una niña con un osito de peluche en la mano y su rostro cadavérico lo paralizó de miedo.
-Aléjate balbuceó mientras veía con impotencia a la niña acercandose hacia él
-Papi susurro la niña mientras extendía sus brazos hacía él.
-¡No, déjame, yo no soy tu padre gimoteaba con desesperación.
Papi repitió la voz, la niña lo abrazó con su tacto gélido y este sintió un aire humedo envolviendole como si hubiese caido en un hoyo profundo para ser sepultado bajo la tierra del cementerio.
Los peritos de la policía acordonaban la habitación donde yacía su cuerpo mientras un detective incrédulo formulaba la misma pregunta por enésima vez al botones.
-Entonces usted subió sus maletas y no volvió a tratar con él...¿Pero no notó algo raro; una señal, un gesto algo fuera de lo común? 
-Nada señor, más bien todo lo contrario, no hubo nada que me hiciera recordar su cara: dijo "gracias" cogí la propina y me fuí.
-Está bien, creo que será suficiente, puede retirarse dijo el detective dándose la vuelta con resignación.
El botones se levantó de la silla y abandonó la habitación con gesto apurado.
-Muerte natural: concluyó el detective-Pero...¿Porqué aquí precisamente?Encárguense del cuerpo y agilicen los tramites para la autopsia: les ordenó a sus subordinados.
Al salir de la habitación sintió un aliento frío rozandole la nuca, terminó de bajar las escaleras, pasó junto a la recepción, salió del hotel y subió al coche, puso en marcha el motor y se alejó del hotel, pero mientras se alejaba, sintió la tentación de mirar por el espejo retrovisor. Parado en la entrada estaba el difunto acompañado por una niña de rostro palido y cadaverico que sujetaba un osito y le decía adiós con la otra mano mientras se perdía en la distancia.

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