La firma

Lo conocí en los suburbios; era un tipo sofisticado y culto, yo iba súcio y descuidado por lo que me extrañó su forma de dirigirse a mí, dijo que quería proponerme un trato, recuerdo sus palabras con claridad: "Hola, buenas noches, he oído hablar de tí, eres un hombre afortunado ¿sabes?" El hombre sacó de su traje una pequeña libreta y la estuvo ojeando durante un  rato, luego comenzó a hablar con aquella voz penetrante: dijo que podía concederme lo que deseara pero que a cambio, yo tenía que ofrecerle a alguien...he de confesar que el alcohol y su poder de persuasión obraron sobre mí de inmediato: enseguida acudió a mi mente la imagen de mi esposa: ella me engañaba con otro, y yo lo sabía desde hacía tiempo; de hecho era su continuada infidelidad y mi falta de coraje lo que me había llevado a la bebida. Cuando dí mi aprobación, habíamos quedado él y yo solos; y sólo nos iluminaba parcialmente la luz de la luna, recuerdo muchas más sombras que objetos, algunas parecían humanas. Me senté y le seguí escuchando con dificultad; dijo que una vez dentro no había salida, pero no me importó: puso frente a mí lo que parecía un contrato y sacó algo de entre los bolsillos de su chaleco: era una navaja de fina y afilada cuchilla, hizo una pequeña incisión en uno de mis dedos y mojó la cabeza de una pluma con mi sangre, luego me la ofreció para que firmara con ella ese contrato. Mientras acercaba mi mano al papel, pude escuchar gritos, de hombres y mujeres mezclados con llantos desgarrados; percibía dolor y sufrimiento, pero cuando firmé ese garabato se hizo el silencio; me encontraba solo en medio de un callejón oscuro con un pergamino amarillento en mi mano. El murió esa noche apuñalado y ella falleció poco después, así es como él actúa; es un maestro de la mentira, si pactas con él, se quedará con todo. Ahora estoy bajo sus ordenes, pero no te preocupes. El sólo viene cuando estás preparado para recibirle, y si crees que estás desesperado, prepárate para lo que vendrá cuando hayas caido bajo sus redes.