Una silenciosa
procesión de mujeres envueltas en blancos sudarios desfiló frente a nosotras y
cada una de ellas portaba una vela, la primera de ellas paró frente a mi amiga,
le dijo algo que no atiné a escuchar Las restantes pasaron de largo frente a
mí, sin reparar en mí presencia. Nunca olvidaré ese momento.
A partir de esa noche
día mi amiga no volvió a ser la misma, se encerró en su habitación y no hablaba
con nadie, guardó la vela con sumo cuidado durante un mes entero, y cuando
llegó el día, fué a internarse sola en el bosque; iba a reunirse con las almas
en pena, las esperó pacientemente y cuando ellas llegaron, le ofrecieron una
prenda como las que vestían, se la puso por encima, encendió la vela y se
convirtió en una de ellas.
Lo se porque antes de que nos dejara, me
envió un mensaje al móvil: "hoy voy a unirme, pero tú serás la
próxima"
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