Había permanecido
inconsciente hasta ese momento, aislado en una burbuja de negro vacío sensorial
que me mantenía a salvo del frío, de la angustia y del dolor. Caminaba sin
rumbo fijo a través de un páramo frondoso repleto de arboles y de maleza, el
traje que vestía estaba hecho girones y salía humo a través de ellos. Un calor
intenso me abrasaba desde las entrañas. Estaba confundido, mareado por los
golpes recibidos, totalmente desorientado y sin saber como había llegado hasta
allí. La única pista sobre mi pasado inmediato tuve que adivinarla viendo el
avión cuyos trozos de fuselaje yacían retorcidos y desparramados entre
llamaradas y explosiones intermitentes a lo largo y ancho del bosque. De
pronto, unas imágenes comenzaron a formarse en mi cabeza: iba a bordo del
avión, la gente parecía muy tranquila, hablaban y reían sentados en sus
compartimentos, las azafatas iban de un lado a otro con bandejas de bebida,
cuando inesperadamente se oyó una fuerte explosión: la gente comenzó a gritar,
corrian por el pasillo chocando entre si tratando de salvarse de lo inevitable,
pude ver todo tipo de escenas en aquellos escasos segundos, hasta que una
segunda explosión, mucho más potente que la primera arrancó parte del fuselaje
y una masa de cuerpos, butacas y objetos salieron despedidos al vacío a través
de aquella abertura. El avión caía en picado, yo trataba de aferrarme a una de
las barras laterales pero fue imposible y salí despedido junto con mi asiento,
este fué succionado por la turbina pero yo fuí expulsado hacia fuera y me ví de
pronto flotando en un vacío negro, sin princípio ni fín, como en aquellos
sueños recurrentes que solía experimentar en determinadas circunstancias.
Una voz cálida y profunda
comenzó a hablarme desde el interior de mi mente, dijo
-Puedo salvar tu vida si
me das tu aprobación, sabes quien soy aunque tu intelecto niegue mi existencia,
he venido para proponerte un trato: llegarás al suelo sufriendo daños mínimos y
vivirás para contarlo, a cambio sólo te pido tu alma. ¿Das tu consentimiento?
-¡Salva mi vida!: grité
con todas mis fuerzas- ¡Quiero vivir!
Y aquí estoy...
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