Loba


Abro los ojos deslumbrada por el calido rayo de sol que inunda mis parpados. Las ventanas están abiertas y una suave brisa de aire acarícia mi piel. No se lo que ha sucedido ni quienes eran los que, horas atrás, intentaron violarme. Lo único que se es que ahora ellos están muertos y yo estoy recostada junto a una pared, bañada en su sangre. La noche pasada volvió a repetirse aquello de lo que apenas guardo un leve recuerdo; imagenes y sensaciones fugaces de una luna brillando como una blanca esfera luminosa, largos mechones de pelo que cubren mi cuerpo desnudo como un calido abrigo de piel y de un hambre que desborda mis instintos.

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