Es tarde y ya no puede
resistir más, avanza arrastrando las piernas de puro cansancio; no ha encendido
la luz porque quiere pasar desapercibida, se siente acosada por alguien a quien
nunca vió pero que la observa cada día, lleva un mes durmiendo de día, se
alimenta llevada por la ansiedad. Un haz de luz se filtra a través de la
ventana, se levanta para beber algo, pero un detalle llama su atención: alguien
la observa desde afuera, puede oirle murmurar y reírse, pero esta vez piensa
que todo puede ser fruto de una sugestión y que su mente le está jugando una
mala pasada, después de todo, quien iba a molestarse en observarla todo el día;
no tiene sentido, piensa que esa obsesión podría hacerle perder la cordura y
que debe intentar zafarse de esta
sensación. Lo mejor es que intente dormir, y olvide esas locuras, así que con
la luz y las voces empieza a perder la consciencia; intenta coger una posición
cómoda para adentrarse en el sueño tan ansiado, pero al volverse, lo ve cara a
cara y no hay dónde esconderse puesto que está en su propia cama sonriendo
sardonicamente y mirándole con sus ojos vacíos e inexpresivos y a través de su
sonrisa, cree entenderlo todo.
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