La mancha



Desde que entró a vivir en la casa, se sintió observado por alguien, un día vió formarse una extraña mancha en una de las paredes de su cuarto y recordó aquellas extrañas historias que contaban sobre el lugar, tildandolo de maldito. Días más tarde, la mancha de la pared cambió adquiriendo la forma de un rostro humano. La cara, como así la bautizó, no interfería de momento en su rutina diaria, hasta que un día descubrió la existencia de otra mancha algo mas grande al lado de la primera, esta mancha variaba con respecto a la primera presentando una difuminada cabellera que se distinguía claramente de la cabeza siendo sus facciones mas evidentes que en la primera. Entonces comenzó a sentirse espiado, como si los rostros plasmados en aquellas manchas estuviesen vivos y observandole. Días de jabón y amoniaco no cumplieron su objetivo, al contrario, parecía que tras frotar concienzudamente,los rostros se marcaban aún mas, realzando los rasgos humanos, hasta que, agotado, terminó por ceder a los extraños rostros y convivir con ellos. En ciertas noches, las caras de la pared parecían mirarlo con atención, sensación que aumentó con la aparición de una tercera cara, esta tenía las facciones inequívocas de un niño, lo que agravó aún mas la situación, pues sólo le quedaba llegar a su casa y esperar a que una nueva aparición lo estuviera observando desde la pared de enfrente, y efectivamente, la silueta de una mujer comenzó a definirse destacando nítidamente sobre las caras, de pronto, la sensación de que había alguien atrás de él, hizo que el corazón le diese un vuelco y empezara a latir de forma descontrolada. La madrugada llegó súbitamente y con ella un lúcido y horrible sueño, en el que una fuerza desconocida levantaba la sabana lentamente. Acto seguido, sintió como una marea de brazos emergían de la nada y se cerraban en torno a él, arrastrandolo al vacío y temblando de miedo, cerró los ojos abandonandose a su voluntad.

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