Que se vaya
y me deje en paz, era lo único que mi mente deseaba ¿Porqué yo? ¿Por qué me sigue a todas partes? pensaba.
Ella, era mi reflejo, tanto se parecía a mi que cuando la vi por primera ves,
pensé era mi hermana gemela, pero esto era imposíble, entonces: ¿Porqué su
parecido conmigo? Lo único que podía afirmar es que no estaba sola. Pasaba el
tiempo y cada vez se manifestaba con más frecuencia...transcurrió un año y ya
no era sólo ella, sino que llegaba acompañada de alguien parecido a la muerte.
Rompieron el espejo del cuarto y tiraron el cuadro de mamá, a veces durante la
noche, sufría convulsiones. Hasta que decidí decirselo a mamá... ella estuvo
pensando, y dijo que hablaría con el parroco. Al cabo de unos días me confesó
que a ella también le habían ocurrido cosas a mi edad con un hombre oscuro que
intentaba ahogarla y que su hermana solía tener encuentros con una vieja gitana
que le pedía su alma. Será hereditario? pensé, y esta duda me ha acompañado a
través de los años. Pero ahora que tengo una hija y que llevo años sin experimentar
el acoso de aquellas apariciones, creo que he comprendido su orígen, por eso
debo preparar a mi pequeña de aquellas manifestaciones que la seguirán hasta el
día que alcance la pubertad.
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