El ladrón de almas se dedicaba a raptar el alma de aquellos a quienes
consideraba vanidosos y sin corazón, arrebatandoselas de forma ominosa y
deliberada. Durante una fiesta y sin que nadie advirtiera cierta presencia
misteriosa en el ambiente, una joven se encontraba en el reservado acicalandose
cuando se partió el espejo, segandole un dedo de cuajo, el dolor fue tal, que
la chica salió corriendo despavorida, gritando y sembrando la confusión entre
los invitados, entonces empezó a notarse un cambio brusco en la atmósfera. Un
criado que estaba encendiendo las velas, comenzó a arder sin remedio y salió
corriendo del salón prendiendo a los presentes y provocando un baño de fuego;
todos ellos murieron calcinados, excepto la anfitriona quien huyó escaleras
arriba y cayó desde el balcón de su alcoba, quedando clavada en las barras de
la verja, de este modo, su alma salió de ese cuerpo mezquino y larvado por la
maldad. Las almas de los desdichados fueron sometidas a graves suplícios
después de morir antes de ser llevadas ante el juez supremo.
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