El autobús



Era una de aquellas tardes de Invierno en las que volver a casa parecía una quimera: el viento y la llúvia helaban mi cuerpo, caminaba despacio para no resbalar mientras todo el mundo corría a mi alrededor. Llegué a la parada para coger el autobús que me llevaría al otro lado de la ciudad y cobijandome como pude me dispuse a esperar. Pasaron muchos autobuses pero ninguno me servía, cuando al fín llegó el mío, subí y ví que estaba abarrotado: empleadas del hogar, estudiantes, tarados, hippies, carteristas, etc, lo habitual. Llegué a la plataforma no sin dificultad e intenté hacerme un hueco , era como estar en una lata de sardinas. De pronto sentí una mirada persistente detrás mío, me giré y ví a un hombre de mediana edad, rostro cetrino y mirada penetrante, su vestimenta era tosca y harapienta pero lo más extraño era su forma de mirar; parecía estar reprochandome mi presencia allí, traté de ignorarle, pero parecía tener el don de la telepatía, me sentía incómoda en aquella situación pero no podía ignorarle por más que me esforzaba ni tampoco podía desplazarme de lugar, por lo atestado que se encontraba el autobus. Y la molestia inicial se estaba transformando en miedo, empecé a sentir un temblor extraño, un profundo escalofrío recorria mi cuerpo y aun faltaba mucho para llegar a casa. Pese a todo, cuando llegamos a la siguiente parada, el hombre extraño me miró con más insistencia, lo cual me hizo tomar la decisión de bajar, y quedé allí, en tierra de nadie viendo como se alejaba el autobús. Un aluvión de pensamientos sacudieron mi mente hasta que un ruido ensordecedor lo engulló todo: un gran estruendo me hizo caer hacia atrás y cuando reaccioné, me di cuenta que el bus en el cual viajaba acababa de explotar. Atónita, eché a correr sin dirección fija hasta que volví a recobrar el sentido a quilometros de allí, empapada y aterida de frío. Más tarde, supe que un terrorista suicida había hecho estallar el cinturón de esplosivos que iba adosado a su cuerpo y que la descripción de dicho terrorista coincidía con la del hombre cuyo comportamiento me había hecho bajar del autobús, siempre me quedará la duda de saber porqué, de entre todos los pasajeros, decidió elegirme a mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario